El
parque natural del Turia, una enorme extensión protegida que abarca
nueve términos municipales, ofrece muchos contrastes. Y no todos son
agradables. El paisaje idílico que se puede disfrutar a la altura de
Ribarroja, buen ejemplo de bosque mediterráneo, choca de frente con el
tramo más próximo al área metropolitana de Valencia, donde el pasado
miércoles un incendio calcinó cuatro hectáreas de vegetación,
especialmente cañas secas, combustible perfecto para el fuego. Fue un
buen indicativo de la falta de conservación de la zona, una denuncia
vecinal que va camino de convertirse en histórica.
Entre
los términos municipales de Paterna y Manises, el parque natural
cambia el pino carrasco por los vertidos de escombros, las malas
hierbas, los edificios ruinosos e incluso alguna chabola. Neumáticos,
latas, litronas y hasta carritos de bebé destrozados adornan unas
vistas que poco tienen que ver con un parque natural, tal y como fue
declarada la zona en 2007.
El
tramo en cuestión, una pequeña parte del espacio protegido, es muy
frecuentado por los vecinos de las inmediaciones, ya sea para pasear o
para disfrutar de una jornada de cicloturismo.
«Esto
está dejado de la mano de Dios. Una vez cada mil ves a una cuadrilla
limpiando, pero por lo demás no hay mantenimiento. Ya es habitual que
se pegue fuego por estas fechas», explicaba ayer un vecino que tiene su
huerta en la ribera del río. De hecho, los terrenos cultivados son de
las pocas zonas agradables a la vista, pues recuerdan a la clásica y
cada vez más mermada huerta valenciana.
«No
tiene sentido que declaren un parque natural, con lo que conlleva,
para que luego el mantenimiento sea nulo. La parte de Manises,
comparada con el parque en su zona más alta (del río) es un basurero»,
señaló José Luis, uno de los muchos ciclistas que aprovechan la senda
del parque para hacer ejercicio. Junto a este camino y sin alejarse de
Manises, se pueden observar algunas plantaciones de ejemplares
autóctonos que se hicieron aprovechando las obras del Parque Fluvial
entre Vilamarxant y Manises, ejecutadas por el Ministerio de Medio
Ambiente a través de la Confederación Hidrográfica del Júcar. Eso sí,
no fueron muchos los que salieron adelante, y todavía se pueden ver las
protecciones de plástico colocadas alrededor de las plantas con el
objetivo de favorecer su crecimiento. La mayoría han perdido el color y
están vacías.
Otro
de los problemas detectados es la degradación de algunas zonas del
paseo ejecutado por el Ayuntamiento de Manises. De hecho, faltan muchas
de las vallas de forja que lo delimitan, seguramente vendidas como
chatarra.
En
el parque también es habitual ver jinetes. Ayer, dos mujeres que se
acercaron con sus yeguas a la zona incendiada explicaban que el paisaje
cambia completamente aguas arriba, antes de citar otro problema
existente: los mosquitos.
Desde
la Coordinadora en Defensa de los Bosques del Turia explicaban que la
situación ha sido denunciada en repetidas ocasiones, y que el problema
está en la falta de coordinación entre las Administraciones implicadas
en la conservación del parque. En este caso son la Confederación
Hidrográfica del Júcar, que debe velar por el mantenimiento del cauce
del Turia y de las zonas aledañas hasta los 50 metros respecto al río, y
la Conselleria de Medio Ambiente, al tener competencias en el
mantenimiento de los parques naturales.
Una
de las principales quejas de los vecinos es el riesgo de incendio que
existe por la presencia de maleza y cañas secas. De hecho, no pueden ni
siquiera arrancarlas al tratarse de un espacio protegido. «El parque
no puede permanecer así tanto tiempo por el riesgo de incendio»,
explicaba otro agricultor de la zona. «Lo del miércoles fue algo
anecdótico en comparación con lo que puede pasar», sentenció.
Reutilizar las cañas
El
problema de las cañas secas puede tener incluso su punto de vista
positivo. El miembro de la Coordinadora Javier Belmonte señaló que
están impulsando un proyecto educativo basado en la recuperación del
trabajo de la caña, en desuso desde hace 30 años, con el objetivo de
utilizarla para creaciones artesanales e incluso con una función
arquitectónica. Ya han contactado con centros y Ayuntamientos con el
objetivo «de atraer a niños y jóvenes al parque para fomentar su
conciencia medioambiental».
Ayer,
desde la Confederación explicaron que actuarán en la zona quemada para
retirar la vegetación afectada y explicaron que se realizan trabajos
de mantenimiento en los cauces desde enero a diciembre. También
añadieron que se priorizan las zonas donde existe algún riesgo
hidráulico, es decir, en caso de una avenida de agua, y destacaron que
en 2010 la inversión en estos trabajos se ha duplicado respecto a los
datos de hace cinco años.
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