viernes, 25 de febrero de 2011

La basura invade el parque del Turia


Restos de basura y escombros en las inmediaciones de Manises. /LP
El parque natural del Turia, una enorme extensión protegida que abarca nueve términos municipales, ofrece muchos contrastes. Y no todos son agradables. El paisaje idílico que se puede disfrutar a la altura de Ribarroja, buen ejemplo de bosque mediterráneo, choca de frente con el tramo más próximo al área metropolitana de Valencia, donde el pasado miércoles un incendio calcinó cuatro hectáreas de vegetación, especialmente cañas secas, combustible perfecto para el fuego. Fue un buen indicativo de la falta de conservación de la zona, una denuncia vecinal que va camino de convertirse en histórica.
Entre los términos municipales de Paterna y Manises, el parque natural cambia el pino carrasco por los vertidos de escombros, las malas hierbas, los edificios ruinosos e incluso alguna chabola. Neumáticos, latas, litronas y hasta carritos de bebé destrozados adornan unas vistas que poco tienen que ver con un parque natural, tal y como fue declarada la zona en 2007.
El tramo en cuestión, una pequeña parte del espacio protegido, es muy frecuentado por los vecinos de las inmediaciones, ya sea para pasear o para disfrutar de una jornada de cicloturismo.
«Esto está dejado de la mano de Dios. Una vez cada mil ves a una cuadrilla limpiando, pero por lo demás no hay mantenimiento. Ya es habitual que se pegue fuego por estas fechas», explicaba ayer un vecino que tiene su huerta en la ribera del río. De hecho, los terrenos cultivados son de las pocas zonas agradables a la vista, pues recuerdan a la clásica y cada vez más mermada huerta valenciana.
«No tiene sentido que declaren un parque natural, con lo que conlleva, para que luego el mantenimiento sea nulo. La parte de Manises, comparada con el parque en su zona más alta (del río) es un basurero», señaló José Luis, uno de los muchos ciclistas que aprovechan la senda del parque para hacer ejercicio. Junto a este camino y sin alejarse de Manises, se pueden observar algunas plantaciones de ejemplares autóctonos que se hicieron aprovechando las obras del Parque Fluvial entre Vilamarxant y Manises, ejecutadas por el Ministerio de Medio Ambiente a través de la Confederación Hidrográfica del Júcar. Eso sí, no fueron muchos los que salieron adelante, y todavía se pueden ver las protecciones de plástico colocadas alrededor de las plantas con el objetivo de favorecer su crecimiento. La mayoría han perdido el color y están vacías.
Otro de los problemas detectados es la degradación de algunas zonas del paseo ejecutado por el Ayuntamiento de Manises. De hecho, faltan muchas de las vallas de forja que lo delimitan, seguramente vendidas como chatarra.
En el parque también es habitual ver jinetes. Ayer, dos mujeres que se acercaron con sus yeguas a la zona incendiada explicaban que el paisaje cambia completamente aguas arriba, antes de citar otro problema existente: los mosquitos.
Desde la Coordinadora en Defensa de los Bosques del Turia explicaban que la situación ha sido denunciada en repetidas ocasiones, y que el problema está en la falta de coordinación entre las Administraciones implicadas en la conservación del parque. En este caso son la Confederación Hidrográfica del Júcar, que debe velar por el mantenimiento del cauce del Turia y de las zonas aledañas hasta los 50 metros respecto al río, y la Conselleria de Medio Ambiente, al tener competencias en el mantenimiento de los parques naturales.
Una de las principales quejas de los vecinos es el riesgo de incendio que existe por la presencia de maleza y cañas secas. De hecho, no pueden ni siquiera arrancarlas al tratarse de un espacio protegido. «El parque no puede permanecer así tanto tiempo por el riesgo de incendio», explicaba otro agricultor de la zona. «Lo del miércoles fue algo anecdótico en comparación con lo que puede pasar», sentenció.
Reutilizar las cañas
El problema de las cañas secas puede tener incluso su punto de vista positivo. El miembro de la Coordinadora Javier Belmonte señaló que están impulsando un proyecto educativo basado en la recuperación del trabajo de la caña, en desuso desde hace 30 años, con el objetivo de utilizarla para creaciones artesanales e incluso con una función arquitectónica. Ya han contactado con centros y Ayuntamientos con el objetivo «de atraer a niños y jóvenes al parque para fomentar su conciencia medioambiental».
Ayer, desde la Confederación explicaron que actuarán en la zona quemada para retirar la vegetación afectada y explicaron que se realizan trabajos de mantenimiento en los cauces desde enero a diciembre. También añadieron que se priorizan las zonas donde existe algún riesgo hidráulico, es decir, en caso de una avenida de agua, y destacaron que en 2010 la inversión en estos trabajos se ha duplicado respecto a los datos de hace cinco años.

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