Hace años era tradición montar el belén y el árbol de
Navidad durante el puente de la Inmaculada. Los niños esperaban expectantes
para poner las figuritas en los lugares adecuados y decorar el árbol con las
bolas, las guirnaldas y la estrella con su cola. Mientras, en la calle, el frío
ocupaba su lugar natural a finales del otoño.
Luces de Navidad en el centro de Madrid / Ayuntamiento de Madrid.
Actualmente esta imagen ha cambiado. Los niños han crecido y
ya están para otras cosas y las temperaturas suaves se alargan hasta bien
entrado el invierno. Por eso, para recordar que la Navidad está a la vuelta de
la esquina, las administraciones municipales, desde hace ya unos años, instalan
millones de luces en las calles, primero en el centro y poco a poco en los
barrios periféricos.
Pero no nos engañemos. No lo hacen para fomentar el espíritu
festivo y solidario de estas fechas sino para promover el consumo. ¿Por qué las
luces se encienden cada vez más pronto, en noviembre, y no se apagan hasta
pasada la festividad de Reyes?
Definición de
sostenibilidad
Acabada la Cumbre por el Clima de Madrid (COP25), en un
mundo en crisis climática, con los niveles de concentración de CO₂ cerca de 411
ppm y subiendo, cualquier nueva acción humana ha de ser evaluada para comprobar
su sostenibilidad.
Incremento de la concentración del CO₂ desde los años 60 en el
observatorio de referencia en Hawái. NOAA ESRL Global Monitoring Division
Es necesario asegurar que satisface las necesidades de las
generaciones actuales, pero sin afectar la capacidad de las futuras. En
términos operacionales, debe promover el progreso económico y social,
respetando los ecosistemas naturales y la calidad del medio ambiente.
De acuerdo con este criterio acuñado por las Naciones
Unidas, la iluminación navideña de las ciudades no es sostenible. Es posible
que los millones de luces instaladas por los gobiernos municipales incrementen
la actividad económica como se pretende, pero también es seguro que lo hace sin
respetar el medio ambiente y el bienestar de la población.
Demasiada luz
nocturna
El exceso de luces de Navidad está relacionado con el
problema de la contaminación lumínica. Ciudades ya de por sí muy contaminadas
lumínicamente como Vigo o Madrid compiten por ver cuál de ellas llena más las
calles de luces multicolores.
Calle en Gandia, Valencia. Enric Marco, Author provided
Estas ciudades añaden miles de lúmenes de flujo luminoso al
cielo nocturno, afectando a zonas medioambientalmente muy sensibles como el
Parque Nacional de las Islas Atlánticas o el Parque Nacional de la Sierra de
Guadarrama. Otras urbes como Murcia lanzan descaradamente haces de luz al
cielo, incumpliendo la legalidad.
La verdadera sostenibilidad consistiría en no incrementar el
desastre ambiental que ya producen con el exceso usual de luz de sus calles.
Por ejemplo, por cada lumen de luz de Navidad instalado deberían rebajar un lumen
de la luz de las calles. Así se ha hecho en la Grand Place de Bruselas, donde
han apagado la luz de la plaza para admirar los edificios iluminados.
Afectados por la
contaminación lumínica
Que la luz artificial nocturna contamina es ya una evidencia
científica. La intrusión lumínica en los ecosistemas que necesitan la oscuridad
para vivir afecta a anfibios, tortugas marinas, plancton, mamíferos, aves y,
sobre todo, a insectos.
En el caso de las aves, es muy conocido el problema con las
pardelas en Canarias que, en su primer vuelo, quedan desorientadas por el
alumbrado de las ciudades costeras. O la catástrofe de las miles de aves
migratorias atrapadas por los haces luminosos que conmemoran cada 11 de
septiembre los atentados de Nueva York.
Árbol de luces de Navidad en el puerto de Barcelona. Eric Sánchez
Sánchez, Author provided
Pero la cuestión es todavía más sangrante en el caso de los
insectos. Un estudio reciente denuncia la disminución de los polinizadores en
todo el mundo, siendo la contaminación lumínica una de las causas.
En las zonas de plantas iluminadas por la noche, las visitas
nocturnas de insectos polinizadores se redujeron en un 62 % en comparación con
las áreas oscuras. Y ello ocurre cuando las zonas iluminadas crecen a nivel
mundial un 2,2 % al año.
Hemos sido capaces de poner en peligro el futuro de nuestros
alimentos y de las plantas silvestres en general. Los humanos, como seres vivos
de actividad diurna, tampoco nos libramos de los efectos nocivos de la luz
artificial nocturna sobre nuestro sistema circadiano. Esta inhibe la producción
de melatonina.
La cronodisrupción producida está relacionada con problemas
de insomnio, obesidad, depresión o diabetes. Las luces led blancas con un
exceso de componente azul que se instalan en muchas ciudades y pueblos son los
mayores disruptores del ciclo día/noche de nuestro organismo. Y, por cierto, la
mayoría de luces de Navidad o son blancas o son directamente azules.
Luces navideñas y
transición energética
Resulta increíble que en un contexto de cambio climático
evidente, y cuando es necesaria una transición energética feroz –se deberán
cerrar las minas de carbón y el petróleo se dejará en sus pozos, para usar
únicamente recursos 100 % renovables–, las administraciones estén fomentando
luces no necesarias que consumen recursos no renovables y que emiten CO₂.
Se nos dirá que los led instalados no suponen un gasto
excesivo, ni consumen mucho. Incluso que son sostenibles. Pero es un mal
ejemplo que se da a los ciudadanos: si este exceso es posible, cualquier extra
también lo será. Demuestra que los dirigentes no están dispuestos a cambiar el
modelo de producción y consumo actual para dejar un planeta habitable para
nuestros hijos y nietos.
En definitiva, hay que elegir bando: si queremos estar al
lado de los negacionistas con Trump o seguir lo que nos dice la ciencia y estar
al lado de Greta Thunberg. La decisión es nuestra y el resultado de nuestras
acciones se verá en pocos años.
Enric Marco Soler
Técnico Superior de Astronomía, Universitat de València
Presidente de Cel Fosc
Miembro de la Coordinadora en Defensa de los Bosques del
Turia
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